DPM Investigaciones
“Tengo 20 años de casada y no conozco a mi pareja…”, “Después de tres años de
vivir juntos me di cuenta de que él ya tenía hijos…”, “Tengo cuatro años con mi
novio y no sé dónde vive, ni a qué se dedica; tampoco he conocido a su fami-
lia…”
A diario escuchamos comentarios como éstos referentes a la situación de
nuestros clientes, pues en la actualidad es común que las personas se relacionen
de manera aventurada y fugaz. En una vida tan agitada y con tantos compromi-
sos, no hay tiempo para reflexionar sobre lo que se busca y mucho menos sobre
las características personales del otro.
En todos estos casos se observa una desesperada necesidad de compañía o
de relación sentimental. Por ello se toman decisiones precipitadas al elegir una
pareja sin haber compartido con ella tiempo suficiente para conocerse, dado
que las actividades diarias como el trabajo, los estudios, los traslados y la vida
social, absorben demasiado tiempo.
El noviazgo siempre ha sido una preparación para la formalización de una re-
lación que puede derivar en matrimonio o en una vida en común. Es un espacio
de tiempo muy importante en el que se tiene la oportunidad de conocer a la otra
persona, sus objetivos de vida, su percepción del mundo, sus intereses, fracasos
y alegrías, experiencias e inclinaciones, virtudes y flaquezas, educación y relacio-
nes amistosas y familiares, para de esta manera poder identificar las similitudes
y las diferencias.
Es un proceso en el que se establecen las bases del respeto y las responsabili-
dades que los integrantes de la pareja adquieren con ellos mismos y con la socie-
dad, donde hasta los aspectos íntimos juegan un papel importante de acuerdo
con la educación de hombres y mujeres. La madurez y la identificación de las
metas personales, valores y principios adquiridos son importantes en esta etapa
para saber cómo se diseñará y ejecutará el rol de pareja en la vida cotidiana. Asi-
mismo, el nivel de convivencia que se tenga con la familia de uno y otro determi-
nará esa sana relación. Con toda esta información, y con el sentimiento de amor
que se tenga, se puede tomar la mejor decisión sobre algo tan trascendental
como querer formar un hogar y, sobre todo, tener hijos.
Es claro que la falta de conciencia al elegir pareja es una constante ya que se
ve reflejada en las estadísticas que muestran que sobresalen los divorcios duran-
te los primeros cinco años de matrimonio, lo que prueba la falta de conocimien-
to sobre el otro, sobre nosotros mismos y sobre lo que se va a enfrentar.
Conocer a la pareja no se basa en convivir con ella, sino también en tener
tiempo para comunicarse y entenderse.
La falta de tiempo para lograr esto y contar con una firme información sobre
el otro hace que atendamos muchas consultas referentes a antecedentes fami-
liares y laborales. Hoy este tipo de servicio es muy común y de gran utilidad ya
que dota a las personas de información para estar alerta o evitar un fracaso en
caso de que el otro tenga compromisos, parejas, hijos, inclinaciones personales
o hábitos que puedan lesionar la relación. En muchos casos, los investigados
tienen compromisos conyugales con otras mujeres, o bien hijos cuya existencia
se desconocía. En otros casos, preferencias sexuales diversas o vicios muy arrai-
gados.
Por supuesto, nuestra recomendación fundamental es que antes de tomar
una decisión tan importante como vivir juntos o casarse, se debe tener conoci-
miento de la pareja; así se sabrá si son compatibles y tendrán mayores posibilida-
des de éxito en su relación. De otra forma, el costo personal en juventud, tiempo
y economía puede ser muy alto, eso sin contar las consecuencias tan desastrosas
que se transmiten a los hijos por una mala decisión.