DPM Investigaciones
Las relaciones de pareja suelen quebrantarse cuando alguno de los dos o los
dos involucrados se colocan en una posición extrema en cuanto a su visión de
los hechos. Las actitudes radicales siempre resultan intolerantes y extremistas
y no brindan la oportunidad de encontrar el justo medio de una situación para
resolver las diferencias.
El llamado machismo representa una posición exagerada del hombre en
cuanto a su masculinidad, identificada normalmente con una actitud violenta,
irresponsable, descortés y desconsiderada. Asimismo, esta postura promueve la
infidelidad pues se cree correcto que un hombre tenga varias mujeres, e incluso
que cuánto más mujeres se tengan, más “hombre” se resultará ser.
Sin embargo, sabemos que el machismo es producto de una mala educación
generacional, en la que se fomenta el desprecio y la violencia principalmente en
contra de la mujer por considerarla el “sexo débil”.
Por otro lado, se encuentra el movimiento feminista que en un inicio surgió
como respuesta a los grandes abusos sufridos que en muchos de los casos eran
desenfrenados e ilimitados. De este modo, se podría justificar como un contra-
peso a las actitudes que en la historia de la humanidad ha adoptado el hombre.
Ahora bien, con esta corriente las mujeres empiezan a exigir algo más que
igualdad y se desencadena una lucha sobre todo por la libertad sexual, aprove-
chando la comercialización de las píldoras anticonceptivas y posteriormente la
interrupción legal del embarazo. Con todo esto, la infidelidad femenina se incre-
menta de manera importante.
En la actualidad, el feminismo se podría entender como una posición ideoló-
gica en la que las mujeres se consideran iguales o superiores a los hombres; por
tanto, este enfoque, llevado a su extremo, también resulta intolerante y poco
constructivo.
En nuestra labor como detectives privados, muchas veces hemos observado
que entre las parejas existe una acérrima competencia en lugar del apoyo mutuo
que deberían mostrarse. Por supuesto, esto no contribuye a la integración de los
individuos, sino a que se vean como rivales, intentando siempre superar al otro y
participando en una lucha de poderes en lugar de sumar sus cualidades.
Lamentablemente, los estereotipos inculcados en nuestra sociedad, más que
ayudarnos a crear una ideología adecuada que armonice nuestras vidas, nos
muestran una imagen distorsionada del ejemplo que debe seguirse. Pareciera
que lo que se busca en el fondo es aniquilar las relaciones de pareja a través de
la rivalidad de sexos.
Aunado a esto, las relaciones modernas se encuentran sumergidas en un
ritmo de vida descomunalmente acelerado y bombardeado por un entorno
meramente materialista separado por completo de valores y principios. Así se
forjan cada vez más individuos vacíos que en una creciente mayoría también se
encuentran desconcertados y desorientados sobre el rol que desempeñan y el
significado de su vida.
En definitiva, estas posiciones extremistas deberían transformarse en un con-
cepto más integral donde se acepte que las diferencias entre hombres y mujeres
no implican que uno sea mejor que otro, sino que ambos existen para comple-
mentarse con el mismo grado de importancia.
El machismo radical, el feminismo radical y la infidelidad deben cuestionarse
pues implicarían una agresión a la otra persona, lo que destruye cualquier posi-
bilidad de sana convivencia y engendra rencores.
En toda relación de pareja debe siempre prevalecer el respeto, la armonía y el
apoyo mutuo. La comunicación y el entendimiento sobre sus circunstancias a la
luz del desarrollo y la madurez personal, ayudan en gran medida a alcanzar una
relación mejor, dejando a un lado los estereotipos y tabúes destructivos.
Desfortunadamente, el ataque de las manifestaciones sexistas ha sido tan mal
interpretado socialmente que ahora hombres y mujeres llegan a temer expresar
su masculinidad y su femineidad, tratando de parecerse o incluso comportándo-
se como su opuesto, lo que, por supuesto, tampoco es sano.
En resumen, no se debe justificar la intolerancia y la agresión de ninguno de
los géneros, y debe quedar perfectamente claro que son dos entes diferentes
con cualidades que se complementan, lo que permite formar parejas íntegras y
además los enriquece individualmente.