DPM Investigaciones.
Las relaciones han cambiado a la par que ha cambiado la sociedad. En las gran-
des ciudades, en las que habitan millones de habitantes y en las que se lleva un
ritmo de vida por demás acelerado, resulta bastante complicado conocer en rea-
lidad a las personas de nuestro entorno. Difícilmente podrías enumerar al menos
cinco características de la personalidad de quienes te rodean: tu compañero de
trabajo, tu instructor en el gimnasio o simplemente alguien a quien conociste un
viernes en la noche. Distintos factores son los que propician el que no podamos
tener una referencia de con quién estamos intimando.
Una de las causas por las que se presenta una situación de “ceguera” en las
relaciones, es que se confía demasiado en una persona que prácticamente no
se conoce. Decíamos en un principio que las relaciones han cambiado. En una
ciudad pequeña es de lo más común que todos se conozcan, se sepa quién hace
qué y las familias convivan de manera más apegada, por lo que se tiene una re-
ferencia de las personas. Pero en una ciudad grande es casi imposible tener una
convivencia de este tipo, pues todo es más “exprés”, la forma de interactuar con
las personas es distinta. Como ejemplo tenemos los sitios en Internet destinados
exclusivamente para encontrar una pareja; sin embargo, no puedes estar seguro
de quién es en realidad la persona que se encuentra del otro lado del monitor.
Este tipo de medios para interactuar con las personas propicia que las relaciones
de pareja empiecen con poco o nada de información sobre el otro u otra, o en
todo caso confiando en que lo que dice de sí mismo(a) es real.
Los datos recabados en investigaciones privadas indican que las mujeres son
más propensas a confiar en sus parejas, a pesar de no tener referencias sobre
ellas. Lamentablemente, muchas veces las situaciones de este tipo se convierten
en relaciones destructivas en las cuales hay un interés económico de por medio.
Esto redunda en problemas de desfalcos; por lo regular, la pareja comienza pi-
diendo algunos préstamos o poniendo ciertos bienes a su nombre.
Otro aspecto negativo de no saber realmente quién es tu pareja es que no se
puede estar seguro de si es una persona agresiva, por ejemplo, o si tiene proble-
mas de otra índole como cuestiones delictivas o incluso si tiene algún compro-
miso familiar.
Resulta bastante común escuchar la expresión “era casado”, pero este riesgo y
otros más se corren al tener una pareja de quien no sabes sus datos: dónde vive
o dónde trabaja, o cuya calidad moral no conoces.
El que conozcas a tu pareja tal como es, sus antecedentes y su familia puede
hacer la diferencia entre entablar una relación temporal y una duradera.
Se ha comprobado que no conocer a las personas daña visiblemente las rela-
ciones, las hace menos estables y duraderas. Por lo general, cuando las personas
ocultan información es porque ésta no representa algo bueno.